jueves, 15 de agosto de 2013

La carta de Gardel - novela (fragmento)



Primero fue el rugido de la moto, después el silbido. El típico silbido de él,
y como siempre un tango. Era él, ¿qué otro podía saber esos códigos?
Nuestros códigos, nuestros secretos. Y después de todo era él, el único
que podía encontrarme, el único que me conocía. Era al único que le podía
responder. Me asomé a la ventana, y ahi estaba, subido a la moto, como
siempre. Ahora voy, le dije. Pero lo hice esperar. Tenía que arreglarme,
tenía que ponerme linda, me habían dado ganas de bailar. Y el lo sabía.
El era el único tipo que se adelantaba antes que yo se lo dijera. El único
que sabía que era mejor ir a comer a una parrilla un bife con papas fritas
que prometer llevarme a París, a comer a Maxim´s, con sus cortinados
rojos, en una  calle empedrada y antigua, como lo había hecho
Guillermo, en sus mejores tiempos. O prometerme un viaje en avioneta
para sobrevolar el Amazonas, como lo hizo Alejandro. Y todo eso ¿para
qué? El único tipo que sabía que podíamos disfrutar en una parrilla un
asado de tira, hablando de cualquier cosa, mirándonos a los ojos, cansados
de tanto bailar. ¿Y no será porque lo inventaste vos? ¿y si todo fuera un
invento? Todo puede tener ventajas y desventajas. Lo único que sabía,
mientras me pintaba los ojos era que no quería escuchar la demostración
del teorema de Pitágoras, mezclado con el próximo viaje a Dubai ¿quién sabe
si se haría alguna vez?, o la fabulación de un viaje en un crucero por el
Mediterráneo mientras Alejandro proyectaba en realidad un viaje con su amante
de turno. Entonces busqué los zapatos de tango ¿era necesario? Los puse
en la cartera que me había comprado - como si supiera que volvería a bailar - ,
terminé de vestirme,  le hice una seña a él por la ventana y bajé, lenta,
sigilosa, feliz con el  reencuentro,  con alguien al que sólo podía llamarlo
un hombre y no un  profesor, no un ejecutivo, no un licenciado, no un jefe,
sólo un hombre y yo una mujer.

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados