viernes, 18 de marzo de 2011

Libro: Pulperías y boliches de la Provincia de Buenos Aires



(Buenos Aires) Araceli Otamendi


 El libro "Pulperías y boliches  de  la Provincia de Buenos Aires" se presentó  en el marco de la Feria Internacional de Turismo de América Latina realizada en el mes de noviembre de 2007, en el predio de la Sociedad Rural Argentina.
El libro, editado por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aries,   incluye cantidad de fotografías de pulperías, boliches y "esquinas" de la esa provincia como así también textos en castellano y en inglés. Los autores, Martín Lucesole - fotografía -  y Esteban Asla - producción general - contaron en el acto cómo recorrieron distintos lugares de la Provincia de Buenos Aires tanto para fotografiar lugares que parecen detenidos en el tiempo como para recoger las historias de sus habitantes. Los textos del libro estuvieron a cargo de María José Lucesole y la diagramación es de Karina Saavedra.
"Pulperías y boliches de la Provincia de Buenos Aires" tiene muy buenas fotografías a todo color y está muy bien encuadernado, en definitiva es un libro para preservar la memoria y también una forma de identificación de los habitantes de la provincia,  lo que más distingue  a la Provincia de Buenos Aires es lo rural.

La Blanqueada


"En las afueras de San Antonio de Areco, sobre el río, el puente Viejo da  a la Blanqueada. En el patio de la pulpería, hoy convertida en museo, Don Segundo Sombra se batió a duelo, armado de cuchillo y facón, con un borracho bebedor de caña.
"El tape Burgos salió de entre la sombra, tiróle una puñalada firme, a partirle el corazón (...) Don Segundo, con una rapidez inaudita, quitó el cuerpo y el facón se quebró entre los ladrillos del muro, con una nota de cencerro. El Tape Burgos dio para atrás dos pasos y esperó de frente el encontronazo decisivo (...)" narró Ricardo Gûiraldes en Don Segundo Sombra".



Los Ombúes


"En la oscuridad de la noche, la luz macilenta de un farol ilumina las siluetas de dos ombúes, que preceden a la pulpería. Las sombras de las hojas se recortan sobre la choza situada en el paraje. Puerto Chanaut, un punto rural de Exaltación de la Cruz.
El apeadero tiene un palenque al frente y una cancha de bochas al costado. En la puerta se oyen voces que llegan desde adentro: es el jolgorio de cuatro paisanos que juegan a las barajas y matan el tiempo y la soledad, amparados por el boliche de Elsa, la pulpera...".



Moreira


"A pocas cuadras del cementerio de Navarro, en la antigua pulpería, el gaucho Juan Moreira asestó 29 puñaladas al teniente Juan Córdoba e inició así su largo deambular como prófugo asesino. Un siglo después, el útlimo dueño de este boliche encontró allí un tesoro escondido dentro de un salero: un fajo de billetes y patacones de plata, herencia de aquél tiempo ido".



Di Catarina


"Junto al puente del río Luján, una mancha blanca interrumpe la línea del horizonte. El rancho de barro, pintado a la cal, tiene a un lado un alero, un palenque y un sulky apostado. Al frente, un cartel desvencijado que dice: "La última pulpería. El último pulpero".
Este apeadero remoto, situado en las afueras de Mercedes, resiste desde 1830 el paso del tiempo."



Lasarte Hnos.


"...En las paredes del antiguo edificio, aún suenan ecos de una cruenta matanza que conmovió este apacible paraje, tiempos pasados. En 1878, detrás del rectángulo del almacén, a metros de la cancha de paleta, la banda liderada por Jerónimo Solaner, apodado "Tata Dios", acribilló a toda una familia de vascos al grito de mueran "los extranjeros". Los maleantes, quisieron asesinar también, a Ramón Santamarina, dueño del latifundio. Pero un soplón dio aviso a la policía y el plan de la banda se desbarató.
Los gauchos, hoy atemperados pero aún provistos de facón, narran la leyenda, mientras el pulpero enjuaga unos vasos pequeños de vidrio espeso y turbio. Entre copa y copa, transcurre la tarde; los paisanos están como estaqueados frente a la barra de expendio de alcohol.
- Me salió un callo, de tanto apoyar el codo - murmura uno, que lleva el facón amarrado a la cintura.
No sólo a beber acuden los lugareños. El almacén provee, además, artículos tan diversos como recados, riendas, bozales, frenos, cinchas, rebenques, lazos, sudaderas, tenazas, mechas para taladros, suelas para molinos, faroles, garrafas... No faltan alimentos en las estanterías de madera, de las que sobresalen una gran cantidad de quesos, producidos por tambos aledaños.
Todos los años, los parroquianos comparten un gran picnic a orillas del arroyo Langueyú. En la última reunión, participaron 700 personas, consumieron 30 asados de vaca, 1000 chorizos, 30 lechones y dos barriles de vino, propiciados por el pulpero, Eduardo, que heredó el boliche de su  padre y de su tío: los hermanos Lasarte."


(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur - 



miércoles, 16 de marzo de 2011

Benito Lynch


 

Benito Lynch nació en Buenos Aires en 1880 y murió en La Plata, Provincia de Buenos Aires en 1951.

Era hijo del legislador provincial Benito Lynch y de la uruguaya Juana Beaulieu.

En 1885 se trasladó con su familia a El Deseado, cerca de Urdampilleta,  partido de Bolívar, Provincia de Buenos Aires, donde transcurrieron sus primeros años. En un ambiente provincial, Benito Lynch tuvo un estrecho acercamiento a los peones de la estancia, de quienes aprendió sus giros y modismos gauchos y también una serie de relatos campesinos. Cultivó la novela gauchesca, donde la pampa argentina y sus habitantes constituyen el núcelo principal de su obra. Sus narraciones reflejan el lenguaje del gaucho.

De su obra se destacan las novelas: Plata dorada, Los caranchos de la Florida, Raquela, Las mal calladas, El inglés de los güesos, El romance de un gaucho; las novelas breves El antojo de la patrona, y Palo verde, y sus cuentos reunidos en La evasión, y De los campos porteños.

Su novela El inglés de los güesos fue llevada al cine dirigida por Carlos Hugo Christensen y protagonizada por Arturo García Bur (1940).

Su padre quiso que fuera un hombre instruido y decidió que su familia se instalara en la ciudad de La Plata donde inició su educación secundaria.

Fue colaborador del diario El Día.

Los últimos años los pasó encerrado en su vieja casona de La Plata, casi como un ermitaño, hasta que murió.



Bibliografía:

 Pilía, Guillermo.. Diccionario de escritores bonaerenses (Coloniales y siglo XIX). La Plata, Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, 2010.